La conmemoración del día de San Valentín y la celebración del día de los enamorados también pueden ser una oportunidad para reflexionar sobre cómo construimos y sostenemos las relaciones afectivas de pareja, en particular adolescentes y jóvenes en la etapa de formación y reafirmación de sus masculinidades y feminidades.
La realidad actual pone en evidencia un brutal testimonio de las desigualdades de género. Las mismas se expresan en múltiples formas de vulneración de derechos, pero interesa señalar especialmente una: son la base y sostenimiento de la reproducción de la violencia en las relaciones de pareja, principalmente hacia las mujeres.
Esta situación interpela a todos los actores sociales a encarar (o impulsar) procesos de construcción y configuración de nuevas formas de relacionarnos. En esta línea cabe preguntarnos: ¿Cómo promovemos procesos de prevención? ¿Cómo anticiparnos a la violencia en la pareja? ¿Qué ideas o creencias obstaculizan la construcción de relaciones saludables? Seguramente estas preguntas tienen diversas respuestas a la altura de la complejidad de la problemática, pero en función de nuestra experiencia en el Instituto de Género y Promoción de la Igualdad nos detenemos en un punto particular: En el ámbito de la cultura, se erige el ideal romántico, que, de la mano con las desigualdades de género y los estereotipos de la masculinidad y feminidad, organizan creencias y representaciones sobre el amor –mitos del amor romántico– que se imponen entre las personas para dar forma y sentido a las relaciones de pareja. Se trata de expresiones tan comunes como corrientes que se encarnan en la vida cotidiana: Por amor todo se perdona, El amor dura para toda la vida?, Si te cela es porque te ama, Todas las personas buscamos una media naranja que nos complete, El amor supone ceder deseos, proyectos personales y libertades, por mencionar algunas. La internalización de estas creencias puede llegar a generar aceptación, justificación, naturalización de situaciones de vulneración de derechos y alejar así a las personas de la posibilidad de vivir relaciones saludables, todo en nombre del amor.
Un estudio que se realizó desde la Defensoría sobre relaciones afectivas de pareja en la población adolescentenos permite confirmar la vigencia de estos mitos asociados a la idea de que -por amor todo se vale- , y también deformas de control y dominación (a veces sutiles e invisibilizadas) que las personas reproducen en sus relaciones,configurando una especie de violencia desapercibida, que exige la doble tarea de, visibilizarla y hacerla explícita, por un lado, para poder abordarla en su integralidad por el otro. Esto se deja ver en los siguientes datos:
– 4 de cada 10 adolescentes considera que los celos son expresión de amor, interés o cuidado Esto contribuye con la naturalización de acciones violentas en nombre del amor, en tanto los celos son en realidad prácticas de control.
– La media naranja: 7 de cada 10 adolescentes acuerda con esta idea. La misma encierra una concepción de seres incompletos que sólo se realizan totalmente cuando encuentran la parte que les falta; es decir sólo se puede ser feliz si se tiene pareja. Este sentido conlleva cierta predestinación, que vulnera posibilidades de elegir y amplíalos márgenes de tolerancia.
– Más de la mitad de la población adolescente asocia el amor verdadero sólo con aquel que dura para toda la vida. Esta idea de perpetuidad impone un único modelo de amor verdadero y deja de lado las posibilidades de movimiento o toma de decisiones por parte de los miembros de una pareja.
En este sentido recuperamos la pregunta: ¿Cómo anticiparnos a la violencia en la pareja? Una pista tiene que ver con promover relaciones saludables que pongan en jaque ideas y creencias que invisibilizan la violencia, y esta tarea, urgente tarea, debe tener lugar en todos los ámbitos de la vida social, principalmente en aquellos que trabajan con niños, niñas, adolescentes y jóvenes.
Trabajar en esta dirección, tiene que ser prioridad de manera tal que podamos acercarnos al cambio cultural que la realidad nos demanda.