El 16 de noviembre de 1995 es para Ricardo Coca una fecha imborrable. Más allá del nacimiento de su hija, ese día el ex combatiente de la Guerra de Malvinas pudo cumplir formalmente la promesa que lo había mantenido vivo durante el enfrentamiento.
Aquel pedido con sabor a deseo, que Coca esbozó mientras volaba hacia el archipiélago del sur, cuando sólo tenía 18 años, había sido su principal bandera durante los días de guerra, y ya estaba saldado: había nacido su primera hija mujer, a la que llamó Malvina Soledad.
“Mi papá siempre me cuenta la promesa que hizo en el avión con un grupo de compañeros cuando iban a la guerra. Yo me llamo Malvina Soledad porque él prometió que si salía vivo del enfrentamiento, iba a ponerle a su primera hija los mismos nombres que tienen las dos islas”, cuenta orgullosa la joven.
Malvina recuerda cómo fue empezar a entender que, además de ser su papá, Ricardo era un héroe para todos los argentinos: “Cuando era chica, mi nombre era uno más. No me daba cuenta qué significaba exactamente el ‘Malvina Soledad’. Empecé a ver todo cuando iban a casa a pedirle notas a papá, o cuando lo acompañé a desfiles del 2 de abril o a los actos. Ahí me di cuenta de lo orgullosa que tenía que estar de mi viejo, por ser quien es, y de todo veterano”.
Un héroe en casa
“Cuando nos fuimos poniendo más grandes, nos empezamos a dar cuenta de quién era nuestro papá. En la escuela nos pedían que fuera, y no había otros compañeritos a quienes les pasara lo mismo”, explica Federico, su hijo mayor, y agrega: “Hay gente que idolatra a un cantante o a un actor… y nosotros tenemos a un héroe en casa, que es mi papá”.
Malvina, por su parte, expresa las sensaciones encontradas que le provoca imaginar a su padre, a los 18 años, en un contexto tan hostil como el de la guerra: “Verlo en fotos de la guerra, tan chico, me resulta muy feo, aunque también tengo mucho orgullo por saber lo que hizo”, apunta la hija de Ricardo, mientras que Federico añade que ni siquiera se imagina en un lugar semejante, por lo que sólo puede sentir admiración por su padre.
Recuerdos imborrables
Federico y Malvina cuentan que si bien su papá siempre fue muy reservado, se apoyó en ellos para volcar algunos recuerdos del combate: los amigos que perdió, los momentos a los que se enfrentó, e incluso los sueños que seguía teniendo mientras estaba en la guerra.
Malvina expresa que, por ser la nena de la familia, ella siempre estuvo más resguardada de algunos detalles, pero Federico recuerda como si fueran de él, cada una de las historias que su papá le confió.
“Un día, cuando llegué de trabajar, encuentro a papá en la computadora viendo cosas de Malvinas, como suele hacer… allí me contó que él estaba en el último avión argentino que volaba sobre Malvinas, cuando avisaron que la guerra había terminado. Era toda una decepción haber perdido, pero años después un comandante le contó que ese avión estuvo a punto de ser derribado. Los ingleses apuntaban a la nave en vuelo y si no hubiera sido por el aviso de finalización de la guerra, nosotros no estaríamos acá contando su historia”, expresa su hijo mayor.
Honrar al héroe
“Cuando tomé conciencia de todo, quise demostrarle lo orgullosa que estaba de él, y se me ocurrió llevar conmigo las islas, en un tatuaje”, expresa Malvina, quien además recuerda que Federico se unió al instante a la idea, por lo que hoy ambos llevan el archipiélago estampado en sus pieles. “Era nuestra manera de darle gracias a él y a todo veterano, por haber dado la vida por nosotros y la patria”, comentan.
“Cuando se lo mostré a mi papá, era casi 2 de abril. No llegué a aguantarme las ganas de que lo viera. Nos abrazamos y lloramos juntos. Fue un hermoso momento”, expresa Malvina.
Los hermanos Coca recuerdan que al poco tiempo de compartir en las redes sus tatuajes, distintas personas se contactaron con ellos para unirse a la idea, y homenajear también a los veteranos de guerra. Ellos no dudaron en compartirlo ya que expresan la importancia de un homenaje sentido, y a su manera, para estos héroes de la Patria.
Palabra de honor
Más allá de aquella gran lección de valentía que Ricardo y todos los combatientes le dieron a las generaciones posteriores a aquel 1982, el veterano Coca recuerda ese momento de su transitar como un duro aprendizaje que debía transmitirle a sus hijos.
“Nunca voy a olvidarme de lo que papá me puso en una carta. Me dijo que ellos no tenían tecnología, ni ayudas, como sí lo tenían los ingleses; y si bien ellos habían perdido la guerra en el combate, la habían ganado en el pensamiento humano argentino, porque lograron llevarse el orgullo de haber defendido la Patria”. ¡¡Gracias, Héroes!!
Nota por Florencia Liviero. Prensa Gobierno de la provincia de Córdoba.