Existen importantes hitos comerciales que le dieron protagonismo a Córdoba en el comercio internacional del siglo XVIII, como lo fue la cría de mulas y la posición estratégica en el territorio, lo que derivó en el desarrollo de sitios que hoy guardan una profunda historia en nuestro país.
Uno de esos lugares emblema es la Estancia Candonga, un sector que ha tenido su desarrollo incluso anterior al protagonismo del Camino Real, que en la etapa colonial se convirtió en la principal vía de comunicación, transporte y comercio entre el Virreinato del Río de la Plata y el Alto Perú.
Y, aunque ésta no era una estancia jesuítica, su importancia estratégica como sitio de paso, descanso y posta de mulas la conecta directamente con aquella aquella historia. De esos años, este sector originalmente llamado “Estancia del Rosario de Santa Gertrudis”, guarda asombrosos hitos arquitectónicos y patrimoniales, donde el más reconocido es la emblemática Capilla de Candonga.
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Menos el predio donde está ese emblema, la capilla, Santa Gertrudis es una estancia que está en manos privadas. Y, desde que la adquirieron los últimos dueños, encararon un arduo trabajo de puesta en valor de distintos hitos del lugar, descubriendo reliquias e instalaciones que permitieron recuperar la historia. Para esto, contaron con la asistencia de historiadores, arqueólogos y otros profesionales que hicieron su valioso aporte profesional.
Y esa fue la misión que encararon a fines de la década de 1990: recuperar una historia que comenzó en 1719. “Hemos intentado recuperar la historia circundante a la capilla partiendo de que toda estancia colonial del siglo XVIII tenía tres partes: el culto, simbolizado por la capilla; la casa-habitación y el encomendero, que hemos intentado reconstruir, y finalmente la alimentación, que en este caso está representada el molino harinero, un símbolo de la alimentación de aquellos años, y por la reconocida huerta de los perales, que es una huerta de tres hectáreas con riego natural”, explicó Alberto Spagnolo, responsable del lugar.
A esto se suman los mulares o corrales donde descansaban y eran criadas las mulas, animal emblema del comercio de aquellos años, rodeados con anchos muros de piedra, que también recibieron reconstrucción.
Estos y otros espacios los pudieron recuperar a partir de un trabajo interdisciplinario con el que pudieron redescubrir cómo funcionaba ese lugar durante los años 1700.
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El molino de Candonga, símbolo de la producción de alimentos hace 300 años
Este molino se encuentra en cercanías de la Capilla de Candonga. Sus dueños lo mantienen en un excelente estado para su exhibición a los visitantes. Pero poder recuperar su historia fue un largo camino.
Tras una profunda investigación y recorrida, lograron dar con el sitio entre los años 1997 y 1998, donde yacían restos y partes de este molino, afectado por el paso de los años, el avance del monte y la erosión. El hallazgo motivó un arduo trabajo de reconstrucción.
“Nosotros encontramos los restos pero no sabíamos cómo armarlo porque además no hay ningún registro fotográfico o en imágenes en toda la historia cordobesa”, destaca Spagnolo. “No teníamos forma de reconstruirlo si no era con una mirada experta”, alertó.
En ese marco, cuenta: “Nos ayudó mucho en su momento la Cooperación Española porque nos facilitó el contacto con un arquitecto especialista en molinos hidráulicos del siglo XVIII”. Fue así que lograron recuperar este sitio a partir del asesoramiento técnico recibido por ese profesional, avezado en la materia.
De este modo, se logró ponerlo nuevamente en pie, recuperando esas bases, los elementos hallados y reconstruyendo todo el entorno que alguna vez vio funcionar al molino original, que databa aproximadamente de los años 1726/1730.
Incluso con partes originales como son “las muelas que se usaban para moler los granos”, detalló Spagnolo.
En el lugar, además pudieron redescubrir muros de piedra que con los años habían quedado ocultos, los que constituían las pircas de la casa del molinero. “El molinero era un señor que cuidaba el molino, cuidaba la alimentación, y tenía un cuarto para él y un cuarto para almacenar o los granos, o bien la harina”, explicó.
Para efectuar la reconstrucción se tuvo en cuenta lo preexistente como la bóveda y piso donde se asentaba la rueda del molino, también la bajada de agua, la represa y la acequia, recuperando algunos conductos originales. Se estudiaron los métodos y procesos de la molienda en la colonia para determinar con exactitud los sistemas de la maquinaria empleada, indica la reseña del lugar.
Finalmente, realizando varias consultas y reconstruyendo el estilo arquitectónico colonial, pudieron volver a edificar en 1999 el edificio donde se encuentra el histórico molino. En definitiva, esta reconstrucción permite “apreciar un ingenio hidráulico poco conocido y en peligro de desaparición”, se destaca en el lugar. En definitiva, es una invitación a reflexionar sobre la producción de alimentos, en Córdoba, hace tres siglos.
Un hito que nació antes del Virreinato del Río de la Plata
Spagnolo destaca que la importancia de Estancia Candonga en la historia de Córdoba y del País data de tiempos anteriores incluso a la fundación del Virreinato del Río de la Plata (1776).
“Comercialmente, el Virreinato de Lima (del Perú), con el Puerto del Callao, y la Capitanía General de Chile, con el puerto de Valparaíso, a la par de un Océano Pacífico navegado por holandeses y franceses, estimulaban el paso de caravanas por el lugar antes del ingreso a Córdoba”, explica Spagnolo.
Al respecto, recuerda que estas dos jurisdicciones son prácticamente las únicas existentes durante todo el siglo XVIII, considerando que ya hacia finales de ese período, recién en 1776, se fundó el Virreinato del Río de la Plata. “Es ahí cuando aparece Buenos Aires en la vía de Córdoba de manera institucional”, detalló.