Hace 10 años Córdoba amanecía con una trágica noticia. El corredor de Sierras Chicas que va desde Ascochinga hasta Villa Allende fue el epicentro de una brutal inundación. Entre la noche del 14 y la mañana del 15 de febrero de 2015 llovieron cerca de 300 milímetros en un lapso de poco más de 12 horas.
La lluvia, que no fue prevista por ningún sistema de alerta, hizo desbordar a ríos tranquilos y arroyos que se presumían desaparecidos. El desmonte ilegal, la voracidad inmobiliaria, la explosión demográfica y la falta de planificación conjugaron las condiciones para un desastre que no fue natural, sino político.
La catástrofe puso al desnudo la nula planificación urbana de las ciudades que se fueron poblando sin control y construyendo sobre veras de ríos y arroyos. Las localidades más afectadas fueron Villa Allende, Mendiolaza, Unquillo y Salsipuedes.
La tormenta, que según especialistas fue la más fuerte en los últimos 40 años en la zona, se llevó todo a su paso. Casas, puentes, vados y pasarelas, plazas, escuelas, comercios y también vidas. La cifra oficial indica que ese oscuro día terminó con 9 víctimas fatales, pero las asambleas vecinales sostienen que fueron más. Las destrucción fue total y las consecuencias inconmensurables.